JENÍZAROS

Constantinopla fue asediada por un gran número de tropas. Al ejército regular del sultán se sumaban mercenarios, basibozuks, contingentes balcánicos, renegados de múltiples nacionalidades, unidades de caballería y la élite de sus fuerzas: los imbatibles jenízaros, formidables soldados, provistos de excelente armamento. Se tocaban con un alto sombrero de piel y tela, llamado fez; nunca retrocedían en el combate, cuando uno caía, otro ocupaba su lugar. Mucho se ha especulado acerca de la procedencia de los jenízaros; lo cierto es que el cuerpo se nutría de niños cristianos arrebatados a sus familias. Se les educaba en Adrianópolis en la fe islámica y se les adiestraba en el uso de las armas y en la obediencia ciega al sultán. Paradojas del destino: la gran ciudad cristiana sería tomada, por tanto, por fieros soldados que un día, ya olvidado, habían recibido el sacramento del bautismo.
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